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La cultura de las emociones en el deporte
- 01/09/2025
- Posted by: Graffi Brunoro Elena
- Category: Artículos
La cultura de las emociones en el deporte
En los entornos deportivos de alto rendimiento, las emociones de los atletas se gestionan con frecuencia de manera controvertida. Tradicionalmente se ha extendido una mentalidad de toughness, según la cual mostrar vulnerabilidad o admitir dificultades emocionales se considera un signo de debilidad. Ello ha contribuido a arraigar una cultura tóxica de las emociones en el deporte, donde el sufrimiento psicológico se estigmatiza o se ignora. Dentro de estos contextos, el objetivo de ganar medallas ha prevalecido sobre el bienestar psicológico, generando un clima en el que los atletas dudan en pedir ayuda o expresar su malestar. Dicha cultura se refleja también en los testimonios de abusos emocionales ejercidos por entrenadores sobre los deportistas. Entre los comportamientos más frecuentes, los atletas refieren «gritos», «humillaciones» y «denigraciones» (Gervis & Dunn, 2004). Por ejemplo, algunos afirman: «(el entrenador) me daba mucho miedo; tenía pánico de hacer cualquier cosa porque, hiciera lo que hiciera, para él estaba mal y me gritaba» (Gervis & Dunn, 2004). Esto conduce a que los deportistas manifiesten sentirse «estúpidos», «sin valor», «enfadados», «culpables», «deprimidos», «humillados», «dolidos», «inferiores», «desconcertados» y «faltos de confianza en sí mismos».
Además de la cultura en la que estos entrenadores pueden haberse formado, subyacen diversas razones a estos comportamientos. Dado que la reputación—y también los ingresos—de los entrenadores dependen de los resultados obtenidos por los atletas, estos técnicos «tienen mucho más que perder si el deportista no alcanza el éxito deseado», lo que les lleva a adoptar enfoques de «ganar a toda costa» (Gervis & Dunn, 2004). Este foco excesivo en el rendimiento a través de la «dureza» genera una paradoja de menor disfrute y aprecio por el deporte y el entrenamiento, incrementando el riesgo de burnout y abandono (Van Yperen et al., 2022) y, en última instancia, reduciendo la frecuencia y/o la intensidad del entrenamiento y el rendimiento competitivo. En esta línea, Lundqvist y colegas (2025) han investigado recientemente las consecuencias del liderazgo tóxico sobre la salud mental y el desempeño deportivo, constatando efectos negativos en la primera, así como un aumento de lesiones y un descenso de la motivación.
Ante este panorama, la psicología del deporte explora enfoques alternativos para promover la salud mental sin comprometer la competitividad. Uno de ellos es la autocompasión (self-compassion), que representa una forma saludable de relacionarse con uno mismo en situaciones de estrés y fracaso. Actualmente, esa cultura dominante en los atletas se traduce en autocrítica severa, juicio implacable y rumiación ante el error (Zhang et al., 2023). Está extendida la creencia de que tal dureza interna resulta «necesaria» para alcanzar el máximo rendimiento y que, de no adoptarla, se volverían complacientes y fracasarían en desarrollar su potencial. Esto genera, de hecho, un auténtico «miedo» a la autocompasión.
Lo que a menudo se pasa por alto es el papel que esta cultura juega en obstaculizar el rendimiento, provocando, por ejemplo, peor autorregulación, menor gestión del estrés y una disminución del nivel competitivo (Zhang et al., 2023). Tampoco se considera el papel potencialmente facilitador de la autocompasión.
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La autocompasión
Una de las principales investigadoras en este campo, Neff (2003), define la autocompasión como la manera en que los individuos «se relacionan consigo mismos en situaciones de percepción de fracaso, inadecuación o sufrimiento personal». La autora establece tres componentes principales:
• Amabilidad hacia uno mismo: mostrar comprensión y ausencia de juicio cuando se cometen errores o se atraviesan momentos difíciles, en lugar de ser autocríticos o severos.
• Humanidad compartida: reconocer que el sufrimiento y la imperfección forman parte de la condición humana y que no se está solo en las dificultades.
• Mindfulness (conciencia plena): mantener una conciencia equilibrada de las emociones dolorosas, sin reprimirlas ni dejarse arrastrar por ellas.
La cultura imperante conduce a los atletas a temer la autocompasión, creyendo que esta conduce a la complacencia y la mediocridad (Mosewich, 2020). Incluso los mayores tienden a coincidir, describiéndola como «una tontería de la época moderna, algo que los jóvenes han inventado para sentirse mejor consigo mismos y que no funcionará» (Bennett et al., 2017). Aunque tal temor pueda parecer razonable a la luz de la cultura deportiva actual, Neff (2003) ya anticipaba hace más de veinte años que eran los bajos niveles de autocompasión, acompañados de elevada autocrítica, los que conducían con mayor frecuencia a la pasividad. Las personas altamente autocríticas tienden a evitar afrontar los problemas y muestran dificultades para gestionar eficazmente sus emociones y sentimientos negativos. Por el contrario, los atletas con alta autocompasión tienen menor riesgo de procrastinar y se responsabilizan en mayor medida de sus errores y fracasos que aquellos con baja autocompasión (Mosewich, 2020). Más aún, Ferguson et al. (2015) muestran que el miedo a la autocompasión se asocia con reacciones rumiativas, pasivas y autocríticas, mientras que los bajos niveles de dicho miedo se vinculan a respuestas positivas, responsables y perseverantes, relacionadas con los conceptos de striving y grit, muy valorados en la cultura deportiva (Duckworth, 2017; Russell, 2020). En general, la autocompasión se relaciona con cogniciones, comportamientos y emociones consideradas beneficiosas para el deporte y el rendimiento (Mosewich, 2020). De hecho, intervenciones diseñadas para aumentar la autocompasión han demostrado, frente a grupos de control, un mayor rendimiento deportivo percibido (Kuchar et al., 2023) y un efecto positivo sobre el estado de flow (Lyon & Plisco, 2020).
En conclusión, la introducción de la autocompasión en la preparación psicológica de los atletas podría suponer un punto de inflexión fundamental. Entrenadores y deportistas deberían sensibilizarse y formarse para comprender que la verdadera resiliencia no deriva de la dureza emocional, sino de la capacidad de afrontar las dificultades con empatía hacia sí mismos y hacia los demás. Este cambio mejoraría no solo la salud mental de los atletas, sino también su rendimiento y su longevidad deportiva.
A cargo de Diego Di Russo
Alessandro Bargnani | CEO Psicologos Deportios Oficial
Referencias:
• Bennett, E. V., Clarke, L. H., Kowalski, K. C., & Crocker, P. R. E. (2017). “I’ll do anything to maintain my health”: How women aged 65–94 perceive, experience, and cope with their aging bodies. Body Image, 21, 71–80. https://doi.org/10.1016/j.bodyim.2017.03.002
• Duckworth, A. (2017). Grinta. Il potere della passione e della perseveranza (A. Bottini, Trad.). Giunti. (Obra original publicada en 2016).
• Gervis, M., & Dunn, N. (2004). The emotional abuse of elite child athletes by their coaches. Child Abuse Review, 13(3), 215–223. https://doi.org/10.1002/car.843
• Kuchar, A. L., Neff, K. D., & Mosewich, A. D. (2023). Resilience and Enhancement in Sport, Exercise, & Training (RESET): A brief self-compassion intervention with NCAA student-athletes. Psychology of Sport and Exercise, 67, 102426. https://doi.org/10.1016/j.psychsport.2023.102426
• Lundqvist, C., Camps, J., Vertommen, T., Barker-Ruchti, N., & Kolbeinsson, Ö. (2025). Toxic leadership in high-performance sports and its consequences for mental health and performance: a scoping review. International Review of Sport and Exercise Psychology, 1–27. https://doi.org/10.1080/1750984X.2025.2457038
• Lyon, N., & Plisco, M. (2020). The effects of self-compassion and mindfulness on performance anxiety and flow in elite athletes. Journal of Sport Behavior, 43(4), 426–441.
• Mosewich, A. D. (2020). Self-compassion in sport and exercise. En G. Tenenbaum & R. C. Eklund (Eds.), Handbook of sport psychology (4.ª ed., pp. 158–177). Wiley.
• Neff, K. D. (2003). Self-compassion: An alternative conceptualization of a healthy attitude toward oneself. Self and Identity, 2(2), 85–101. https://doi.org/10.1080/15298860309032
• Russell, J. S. (2020). Striving, entropy, and meaning. Journal of the Philosophy of Sport, 47(3), 419–437. https://doi.org/10.1080/00948705.2020.1789987
• Van Yperen, N. W., Jonker, L., & Verbeek, J. (2022). Predicting dropout from organized football: A prospective 4-year study among adolescent and young adult football players. Frontiers in Sports and Active Living, 3, 752884. https://doi.org/10.3389/fspor.2021.752884
• Zhang, N., Huang, J., & Yao, J. (2023). Athletes’ self-compassion and emotional resilience to failure: The mediating role of vagal reactivity. Frontiers in Psychology, 14, 1192265. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2023.1192265