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El efecto Pigmalión en el deporte: cuando la expectativa del entrenador cambia el resultado
- 11/08/2025
- Posted by: Graffi Brunoro Elena
- Category: Artículos
En el mundo del deporte, la relación entre entrenador y atleta es un elemento clave para el desarrollo de las potencialidades individuales y colectivas. Entre los fenómenos psicológicos que más influyen en esta relación destaca el efecto Pigmalión, conocido también como “profecía autocumplida”. En estos casos, las expectativas del entrenador pueden modificar concretamente el rendimiento de los atletas, tanto de forma positiva como negativa.
¿Qué es el efecto Pigmalión?
El efecto Pigmalión toma su nombre del mito griego de Pigmalión, el escultor que se enamoró de su estatua y obtuvo de los dioses que esta cobrara vida.
En psicología, el término indica el fenómeno por el cual las expectativas de una persona influyen en el comportamiento y el rendimiento de otra, llevando a menudo a la realización de lo que se había previsto (Rosenthal & Jacobson, 1968).
En el ámbito deportivo, este mecanismo se manifiesta cuando las creencias del entrenador sobre las capacidades de un atleta determinan de forma directa o indirecta las oportunidades, los comentarios y el clima motivacional ofrecidos, influyendo así en los resultados alcanzados (Horn, Lox, & Labrador, 1998).
Mecanismos psicológicos: cómo actúa el efecto Pigmalión
Diversos estudios han demostrado cómo las expectativas del entrenador se traducen en comportamientos específicos que modelan la percepción de sí mismo y la motivación del atleta.
En una investigación realizada con jóvenes jugadores de baloncesto, Smith, Smoll y Curtis (1978) observaron que los atletas percibidos como más prometedores recibían más refuerzos positivos, más tiempo de juego y comentarios más detallados, mientras que los demás eran a menudo descuidados o recibían comentarios genéricos. Este desequilibrio produce un círculo vicioso: los atletas “favoritos” mejoran su rendimiento y la confianza en sí mismos, mientras que aquellos percibidos como menos dotados corren el riesgo de perder motivación y autoestima, confirmando así las expectativas iniciales del entrenador (Smith et al., 1978).
La literatura italiana confirma estos resultados. Biasi y Bonaiuto (2010) subrayan que el efecto Pigmalión puede ser particularmente marcado en el deporte juvenil, donde la identidad personal y deportiva de los atletas aún está en formación. Las expectativas, positivas o negativas, se interiorizan y se convierten en parte de la narrativa que el atleta construye sobre sí mismo, influyendo en su trayectoria deportiva y personal.
Implicaciones prácticas: riesgos y oportunidades
El efecto Pigmalión no es un fenómeno neutro: puede representar tanto un riesgo como una oportunidad. Si las expectativas son bajas o negativas, el atleta puede sentirse infravalorado y perder motivación, con efectos perjudiciales sobre el bienestar psicológico y el rendimiento (Biasi & Bonaiuto, 2010). Por el contrario, expectativas elevadas y realistas pueden estimular el compromiso, la resiliencia y el crecimiento personal (Horn et al., 1998).
Un aspecto crucial que surge de los estudios internacionales se refiere a la reciprocidad del proceso: no solo el entrenador influye en el atleta, sino que también el atleta puede modificar las expectativas del entrenador a través de su comportamiento y los resultados obtenidos (Horn et al., 1998).
Sin embargo, el riesgo de cristalizar las etiquetas iniciales sigue siendo elevado, especialmente en contextos donde la comunicación es poco consciente o dominada por estereotipos.
Estrategias para reducir los riesgos
Para reducir los riesgos del efecto Pigmalión y valorizar el potencial de cada atleta, la literatura sugiere algunas estrategias:
- Conciencia de las propias expectativas: Los entrenadores y el personal deben reflexionar constantemente sobre sus actitudes y expectativas, evitando juicios apresurados basados en estereotipos (Biasi & Bonaiuto, 2010).
- Retroalimentación equitativa y constructiva: Es fundamental proporcionar comentarios específicos y personalizados a todos los atletas, no solo a los percibidos como más dotados (Horn et al., 1998).
- Promoción de la autoeficacia: Los entrenadores deberían fomentar la confianza en sí mismos de los atletas, valorando los progresos individuales y apoyando la motivación intrínseca (Horn et al., 1998; Solari, 2019).
- Formación continua: La formación en temas psicológicos y relacionales debería ser parte integrante del recorrido de los entrenadores, para reconocer y gestionar conscientemente las dinámicas del efecto Pigmalión (Solari, 2019).
Conclusiones
El efecto Pigmalión representa una de las dinámicas más poderosas y, al mismo tiempo, más insidiosas en las relaciones deportivas. La conciencia y la gestión de las expectativas por parte de los entrenadores pueden marcar la diferencia entre un entorno que favorece el crecimiento y uno que limita el potencial de los atletas. Psicólogos del deporte y entrenadores tienen la tarea de promover una cultura deportiva basada en la confianza, la equidad y la valorización de las diferencias, para que cada atleta pueda expresar al máximo sus capacidades.
A cargo de Irene Piva
Alessandro Bargnani | CEO Psicologos Deportios Oficial
Referencias:
Biasi, V., & Bonaiuto, M. (2010). L’effetto Pigmalione nello sport giovanile: aspettative, motivazione e prestazione. Psicologia dello Sport, 10(2), 45–58.
Solari, M. (2019). Aspettative e autoefficacia nello sport: il ruolo dell’allenatore. Giornale Italiano di Psicologia dello Sport, 14(1), 33–41.
Horn, T. S., Lox, C. L., & Labrador, F. (1998). The self-fulfilling prophecy theory: When coaches’ expectations become reality. International Journal of Sport Psychology, 29(2), 173–188.
Smith, R. E., Smoll, F. L., & Curtis, B. (1978). Coach effectiveness training: A cognitive-behavioral approach to enhancing relationship skills in youth sport coaches. Journal of Sport Psychology, 1(1), 59–75.