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El talento y el trabajo duro: ¿Qué determina el éxito deportivo?
- 23/06/2025
- Posted by: Graffi Brunoro Elena
- Category: Artículos
El debate sobre qué determina el éxito deportivo —si los talentos innatos o la dedicación incansable— es antiguo y abarca expertos en genética, ciencias del deporte y psicología. Algunos sostienen que ciertos atletas nacen con factores biológicos extraordinarios, mientras que otros confían en el poder del entrenamiento intensivo y un entorno favorable. La realidad es compleja: el rendimiento deportivo depende de una interacción entre factores genéticos, ambientales, psicológicos y culturales. Como destacan revisiones recientes, ninguna perspectiva por sí sola puede explicar la variedad de resultados. Este artículo explora las evidencias científicas más actuales sobre influencias innatas versus adquiridas, analizando distintos deportes y subrayando la importancia de una visión integrada.
Talento: los factores genéticos en el deporte
¿Qué es el talento? Hace más de 20 años, Howe y sus colegas propusieron cinco criterios para definir un talento (Baker & Wattie, 2018):
- Tiene origen en estructuras transmitidas genéticamente y, por tanto, es al menos parcialmente innato.
- Sus efectos completos pueden no ser evidentes en una fase temprana, pero se observarán algunas señales anticipadas que permitirán identificar su presencia antes de alcanzar niveles excepcionales de rendimiento.
- Estas primeras señales de talento permiten prever quién podría destacar.
- Solo una minoría posee talento, porque si todos los niños lo tuvieran, no se podría predecir ni explicar el éxito diferencial.
- Los talentos son relativamente específicos al dominio.
En línea con el primer punto, los atletas de élite suelen presentar ventajas fisiológicas atribuibles a la genética. Estudios de genómica deportiva han identificado cientos de polimorfismos del ADN asociados con el estatus de atleta. Más de 250 variantes genéticas están relacionadas con rasgos atléticos (fuerza, resistencia, etc.) (Semenova et al., 2023). Además, estimaciones de heredabilidad en estudios con gemelos confirman un papel significativo de los genes en muchas características clave para el rendimiento óptimo, con heredabilidad superior al 50% para la mayoría de los rasgos “deportivos”. Por ejemplo, variantes del gen ACTN3 influyen en la composición de las fibras musculares, favoreciendo la explosividad anaeróbica y, en consecuencia, el rendimiento (Yang et al., 2003). Georgiades et al. (2017) concluyen que la combinación de estas predisposiciones hereditarias crea un “alto potencial genético” en los mejores atletas: los datos acumulados «favorecen la naturaleza en la disputa entre naturaleza y entorno», afirmando que solo quienes nacen con habilidades innatas superiores pueden llegar a ser atletas de élite. Por tanto, según algunos, el rendimiento extremo solo es posible partiendo de un techo genético elevado.
Sin embargo, la identificación de correlatos genéticos del rendimiento óptimo sigue siendo limitada. Además, aunque pueda existir una predisposición, la transición hacia un rendimiento efectivo no siempre ocurre de manera automática. Como subrayan Baker y Wattie (2018), el concepto de “talento innato” es válido, pero su utilidad práctica sigue siendo controvertida.
Trabajo duro
Por otro lado, otros autores destacan la importancia del “trabajo duro” para alcanzar el rendimiento máximo. La teoría de la práctica deliberada, formulada por Ericsson y sus colegas, sostenía que se necesitan aproximadamente 10.000 horas de práctica para alcanzar la excelencia en cualquier campo, desde el deporte hasta la música (Ericsson et al., 1993). Este concepto ha sido ampliamente difundido, por ejemplo, en el libro Outliers de Gladwell (2009), que se refiere al “talento innato” como un mito más que como una realidad comprobada. De hecho, según Ericsson (Ericsson et al., 2009), los individuos que alcanzaban la excelencia no comenzaban su camino con rendimientos excepcionales, ni adquirían habilidades extraordinarias de forma repentina en ninguna etapa del desarrollo. Por el contrario, sus niveles de rendimiento poco comunes eran el resultado de al menos 10 años de práctica intensa (Apró et al., 2024). En esta línea, el reciente proyecto internacional SUB2 marathon, que busca romper la barrera de las 2 horas en maratón, aporta nuevas evidencias a la idea de que la excelencia deportiva es resultado de procesos adaptativos a largo plazo más que de predisposiciones innatas.
Además, en contraste con el segundo y tercer criterio previamente mencionados, muchas evidencias muestran que los actuales métodos de detección temprana de talento son poco eficaces, especialmente cuando se aplican a edades muy tempranas (por ejemplo, en torno a los 7 años). Por tanto, aunque la idea de señales anticipadas de “talento” sea plausible, las estrategias actuales aún no son capaces de detectarlas. Esto puede deberse a numerosos sesgos (como el sesgo de confirmación) y problemas en este ámbito. Por ejemplo, muchas investigaciones en el deporte de élite han demostrado que numerosos factores considerados hoy como predictores del rendimiento futuro resultan ser inconsistentes y poco fiables (Johnston et al., 2017; MacNamara et al., 2010; Till & Baker, 2020; Feddersen et al., 2021).
Sin embargo, las evidencias empíricas también muestran los límites de esta visión extrema. Macnamara y sus colegas (2016) informan que la práctica deliberada por sí sola explica, en promedio, solo el 18% de la varianza del rendimiento deportivo. Aún más sorprendente es que, entre los campeones de élite, ese porcentaje desciende al 1%. En otras palabras, en atletas de élite, el rendimiento depende solo en un 1% de la práctica deliberada, mientras que una gran parte de su rendimiento se debe a otros factores. Por tanto, aunque tiene influencia, el entrenamiento no es el único factor que define el rendimiento.
Conclusión
En conclusión, el debate sobre el éxito deportivo no puede resolverse mediante un enfoque dicotómico que enfrente talento innato contra trabajo duro. La evidencia científica más reciente demuestra que el rendimiento deportivo de élite surge de una interacción dinámica y compleja entre factores genéticos, ambientales, psicológicos y culturales. Por un lado, existe indudablemente una base genética que puede predisponer a ciertos individuos a alcanzar rendimientos excepcionales, otorgándoles ventajas fisiológicas difíciles de reproducir solo mediante la práctica. Por otro lado, queda claro que el trabajo duro y el entorno de entrenamiento tienen un papel esencial y complementario, capaz de maximizar y realizar el potencial innato de los atletas.
Por tanto, la visión contemporánea más equilibrada sugiere que, para cultivar al máximo la excelencia deportiva, se necesitan estrategias globales y multidimensionales, que integren métodos de entrenamiento personalizados con la conciencia de las predisposiciones genéticas, y que fomenten el desarrollo psicológico y motivacional de los atletas. Solo mediante un enfoque integrado —que respete y valore tanto las cualidades innatas como el compromiso sistemático y las condiciones ambientales— es posible acercarse a una comprensión real y completa de la pericia deportiva y, en consecuencia, promover la plena expresión del potencial de cada atleta.
A cargo de Diego Di Russo
Alessandro Bargnani | CEO Psicologos Deportios Oficial
Bibliografía
- Apró, A., Fejes, N., Bandi, S. A., & Járai, R. (2024). Investigating the effect of grit trait on performance and success in Hungarian athlete’s sample. Frontiers in Psychology, 15, 1283115. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2024.1283115
- Baker, J., & Wattie, N. (2018). Innate talent in sport: Separating Myth From Reality. Current Issues in Sport Science, 3, 6.
- Ericsson, K. A., Krampe, R. T., & Tesch-Römer, C. (1993). The role of deliberate practice in the acquisition of expert performance. Psychological Review, 100(3), 363–406. https://doi.org/10.1037/0033-295x.100.3.363
- Feddersen, N. B., Morris, R., Ronkainen, N., Sæther, S. A., Littlewood, M., & Richardson, D. (2021). A Qualitative Meta-Study of a decade of the Holistic Ecological Approach to talent Development. Scandinavian Journal of Sport and Exercise Psychology, 3, 24–39. https://doi.org/10.7146/sjsep.v3i.128317
- Georgiades, E., Klissouras, V., Baulch, J., Wang, G., & Pitsiladis, Y. (2017). Why nature prevails over nurture in the making of the elite athlete. BMC Genomics, 18(S8). https://doi.org/10.1186/s12864-017-4190-8
- Gladwell, M. (2009). Outliers: Storia del successo (G. Maugeri, Trad.). Mondadori
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- MacNamara, Á., Button, A., & Collins, D. (2010). The role of psychological Characteristics in facilitating the pathway to elite performance Part 1: Identifying mental skills and behaviors. The Sport Psychologist, 24(1), 52–73. https://doi.org/10.1123/tsp.24.1.52
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- Pitsiladis, Y., Ferriani, I., Geistlinger, M., de Hon, O., Bosch, A., & Pigozzi, F. (2017). A Holistic Antidoping Approach for a Fairer Future for Sport. Current sports medicine reports, 16(4), 222–224. https://doi.org/10.1249/JSR.0000000000000384
- Semenova, E. A., Hall, E. C. R., & Ahmetov, I. I. (2023). Genes and Athletic Performance: the 2023 Update. Genes, 14(6), 1235. https://doi.org/10.3390/genes14061235
- Till, K., & Baker, J. (2020). Challenges and [Possible] solutions to optimizing talent identification and development in sport. Frontiers in Psychology, 11. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.00664
- Yang, N., MacArthur, D. G., Gulbin, J. P., Hahn, A. G., Beggs, A. H., Easteal, S., & North, K. (2003). ACTN3 Genotype Is Associated with Human Elite Athletic Performance. The American Journal of Human Genetics, 73(3), 627–631. https://doi.org/10.1086/377590