El dolor, entendido como sufrimiento físico, es considerado por muchos deportistas como un antagonista del rendimiento deportivo. Por otra parte, no es sólo el entrenamiento físico y la perseverancia lo que conduce a un resultado, sino también el uso que uno hace del propio dolor. Este último es una combinación de sensación, emoción y un estado de activación; su papel en los deportistas depende de cómo se combinan: a veces frena hasta detenerse, otras veces lo transporta hacia objetivos más importantes.
En el pensamiento común, la resistencia y el sufrimiento tienen un vínculo inextricable. “Sin dolor no hay ganancia” es un lema que se escucha a menudo en muchos deportes y, en los deportes de resistencia, el dolor es inevitable; el rendimiento final también está ligado a la capacidad de gestionarlo. Existen por tanto diversas estrategias de afrontamiento, y las centradas en abordar el dolor, frente a las basadas en la evitación, son más efectivas para conseguir mejores resultados.
Estrategias de afrontamiento disfuncionales: catastrofizar.
Una respuesta frecuente pero negativa al dolor es la catastrofización, entendida como una reacción cognitiva y afectiva exagerada ante una experiencia de dolor actual o anticipada. Esto también se caracteriza por una magnificación de los posibles aspectos negativos del dolor, una incapacidad para liberarse de los pensamientos sobre el dolor y un sentimiento de impotencia para adaptarse. La evidencia científica sugiere que el catastrofismo tiene aspectos tanto estables como variables y que predice mayores niveles diarios de angustia, disfunción física e interferencia profesional, y está estrechamente relacionado con la intensidad del dolor y la depresión. Hay abundantes investigaciones que indican que el dolor catastrófico es un objetivo clave de la intervención psicológica y que su reducción está significativamente relacionada con mejoras en el funcionamiento físico y psicológico.
Las personas que catastrofizan su dolor tienen más probabilidades de persistir en el uso de estrategias de afrontamiento ineficaces, un fenómeno que se explica por una reducción del enfoque en los posibles signos y peligros del dolor, y contribuye a crear un estilo de afrontamiento más rígido y menos eficaz.
El papel protector de los factores psicológicos en la aparición del dolor.
Algunos de los factores psicológicos más importantes que contribuyen al bienestar individual y a las respuestas para prevenir el estrés son las emociones positivas. Estos tienen beneficios comprobados en el bienestar físico, mejoran el funcionamiento del sistema inmunológico y aumentan la tolerancia a estímulos físicamente desagradables. Las emociones positivas también parecen amortiguar la reactividad individual al dolor, reducir la aparición de situaciones catastróficas y mejorar el bienestar individual, todo ello mediante una mejor regulación de los estados emocionales negativos y el fortalecimiento de los vínculos sociales.
Se ha demostrado que el optimismo, definido en términos generales como la tendencia estable hacia expectativas positivas, es importante para el bienestar físico y emocional. Esto se asocia con comportamientos saludables y un mejor bienestar físico, y puede predecir diferencias individuales en la capacidad de respuesta al dolor. Estas expectativas de resultados positivos conducen a esfuerzos mayores y más sostenidos dirigidos a objetivos y al uso de estrategias de afrontamiento. Al igual que las emociones positivas, el optimismo puede respaldar aspectos motivacionales de la adaptación y, en consecuencia, de la salud física, orientando a las personas hacia ganancias potenciales y metas personales, en lugar de centrarse en prevenir problemas.
La evidencia actual sugiere que la esperanza, definida como una construcción cognitiva que promueve la creencia en la propia capacidad de iniciar y mantener acciones para lograr las metas deseadas, funciona de manera similar al optimismo. Los sentimientos de esperanza predicen niveles más bajos tanto de intensidad del dolor como de catastrofismo, orientando a los individuos hacia oportunidades en el entorno y pueden reflejar cogniciones positivas orientadas a objetivos. Alguna evidencia muestra que las personas pueden tener más esperanza si se orientan hacia los beneficios de la esperanza y si participan en actividades que la promuevan.
¿Cómo llegar a la aceptación del dolor?
Una perspectiva interesante en el área de la adaptación al dolor crónico tiene que ver con el constructo de aceptación. Los intentos de controlar un factor estresante crónico suelen ser contraproducentes y pueden magnificar los efectos negativos del factor estresante. Se entiende por aceptación del dolor reconocer que alguien siente dolor, detener cualquier intento de controlarlo y aprender a vivir a pesar de ello. Las personas que adoptan una postura tolerante hacia su dolor reducen su dependencia de estrategias de control/evitación, liberando sus recursos cognitivos y emocionales para actividades más significativas. Las definiciones actuales de aceptación del dolor han identificado dos mecanismos que impactan las reacciones cognitivas y afectivas al dolor: la voluntad de experimentar dolor y la participación en actividades a pesar de su presencia.
Al igual que la catastrofización, la aceptación del dolor tiene implicaciones importantes para las reacciones cognitivas, emocionales y conductuales al dolor. De hecho, los niveles de aceptación parecen mediar en la relación entre el dolor y la ansiedad, la depresión y la disfunción física.
En determinadas situaciones, como ocurre con algunos deportistas que alcanzan un estado de flow, es decir, aquel estado en el que el individuo intrínsecamente motivado encuentra una implicación sin esfuerzo y una profunda concentración en la actividad en curso, el cuerpo puede presentar el fenómeno de la analgesia inducida por el estrés, que le permite ignorar niveles de dolor que de otro modo serían incapacitantes. Un ejemplo sorprendente es el de Petra Majdič, una esquiadora de fondo eslovena que, en los Juegos Olímpicos de Vancouver 2010, resbaló con unas rocas y se rompió cinco costillas pero, sin darse cuenta de la gravedad de la situación, esquió en las clasificaciones, cuartos de final, semifinales y finalmente la final donde ganó la medalla de bronce.
Conclusión
Aunque la idea del dolor asusta a muchos deportistas, éste debe ser aceptado y tolerado para lograr un mejor rendimiento final, especialmente durante el entrenamiento. Las estrategias de afrontamiento centradas en el enfoque, las emociones positivas, la esperanza y el optimismo son sólo algunas de las posibles herramientas/constructos útiles para adaptarse al dolor y superarlo, al igual que las prácticas de atención plena o el cambio de atención y/o concentración hacia aspectos más útiles de la actividad física, como objetivos a largo plazo. Una vez que se hayan perfeccionado una o más técnicas, el dolor ya no será visto como un impedimento para el éxito, sino como uno de los muchos constructos que hay que entrenar para ser el mejor.
Por el Dr. Andrea Testolin
Dr. Alejandro Bargnani | CEO Laboratorio CISSPAT
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